1) cantaban como hablaban: si había que desafinar, se desafinaba
2) escribían sobre cosas cotidianas, casi banales, para nada "poéticas" o "especiales"
3) tocaban la guitarra con cierto desgano pero sin amargura, con dejadez rockera y mucha onda
4) mantenían ritmos simples, repetitivos y machacantes, pero para nada aburridos (¡como Velvet Underground y Galaxie 500!)
5) ironizaban sobre su propia condición de rockeros autoexiliados de la elite, se tomaban el exitismo con humor (¡Pavement!)
6) no perseguían la calidad ni la originalidad, pero sí ser personales
7) te daban la sensación de que vos también podías hacer esa canción, que cualquiera la podía hacer, aunque --pequeño detalle-- ya la habían hecho ellos
8) no buscaban estar a la vanguardia ni mucho menos, pero a su modo lo estaban.
Y el tiempo les dio la razón. Mi cabecita adolescente podía estar preparada para los pastiches transgresores de Babasónicos o Los Brujos (y por suerte y felizmente para mí, también para el rocandombe de Los Piojos, aunque esa es otra historia) pero no todavía para Perdedores Pop, y supongo que muchísimos que tuvieron contacto con la banda en aquel momento les habrá pasado lo mismo. Creo que recién empecé a entender a los Perdedores (y a valorarlos) en el '98 o '99, cuando de la mano de Grabaciones íntimas, aquel primer compilado de Indice Virgen (lleno de temas que "desafinaban") me empecé a enganchar con esa manera artesanal y cero sofisticada de hacer música. Fue un disco muy fértil ese compilado de Indice Virgen y en un porcentaje importante inspiró nuestro posterior Compipulenta. Por el mismo tiempo --fines de los noventa-- descubrí al indie americano, claro, y al toque a Voltura, que me alegró los días con ese yolatenguismo fresco y de primerísima mano que cortaba un poco y por suerte con tanta asfixia Radiohead reinante. Pero eso, otra vez, es otra historia. Porque aquella noche, cuando los vi por primera vez y no entendí nada, todavía faltaba mucho para eso. Pero no para la despedida de Gorondi, que largaba todo para seguir su vida en Hungría, y nos invitaba a su casa de Vicente López; a darle un último adiós como corresponde. Yo me sentí como el chiquilín del tango a quien los grandes dejan que participe de la mesa en el bar y de sus convicciones y teorías. Recuerdo una conversación sobre Futbol de Primera donde yo comenté que no me bancaba a Marcelo Araujo y que Esteban y Santiago se miraron y comentaron algo así como: "Mirá qué piola el amiguito de Gorondi". También que en un momento con Santi estábamos revisando la inabarcable colección de cds de Gorondi y que cuando encontró Manos Vacías de los Caballeros de la Quema y supo de mi gusto por ellos, me dijo, cortante: "La verdad, no estoy muy interesado". Hacía poco habían tocado Los Visitantes en el Roxy y eso sí lo emocionaba. "Acabamos de asistir al fin de la mejor etapa de Los Visitantes", decía con cierto dramatismo a raíz del regreso de Alejandro Varela a las guitarras y la consiguiente partida de Marcelo Montolivo. El debate era: ¿cuál Visitantes había sido mejor? ¿El de Montolivo circa Espiritango? ¿o el de Varela circa Salud Universal y lo que viniera después? Todos estaban de acuerdo con que la etapa de Montolivo. Y yo obviamente me sumé sin vacilación a la opinión de los mayores. La noche continuó en esos términos y creo que surgió la propuesta de seguir la despedida en otro lado (auto, cervezas destapadas y avenida Maipú mediante) aunque yo regresé a casa de mis padres (hoy seguramente que diría lo contrario). No volví a ver a los Rial hasta años más tarde, cuando empecé a encontrarme seguido con Esteban en el Podestá de Soler y otros recitales; él ya tocando como el Joven Low-fi (y luego como Esteban R Esteban) y yo, por suerte, más crecido y algo, un poco, más curtido. Para mi sorpresa se acordaba de mí y solíamos hablar de Gorondi ("¿te escribió? yo ya cumplí con mi parte", me decía, a propósito de las cartas, no mails, que se mandaban) y de música, claro. Siempre fue un placer charlar con Esteban. Con Santi, en cambio, retomé contacto bastante después, en alguna reunión del Suple NO de Pagina 12, cuando yo arranqué con mis primeras notas (y me aireaba de El Cronista Comercial, donde era redactor fijo) allá por el 2005, y él ya había emprendido una momentánea retirada del periodismo para dedicarse a DChampions y distintas changas con las que bancaba su decisión. Santi, a diferencia de Esteban, no me registraba para nada. Pero yo a él sí, porque admiraba sus notas y principalmente su mirada particular ("alucinada", la definía yo) que le permitía detectar el talento allí donde el periodismo refinado, tal vez por algunas taras, llegaba más bien tarde (ejemplos: sus elogios pioneros a Ricky Flema y a Pity Álvarez cuando todavía estaba en Viejas Locas; su ponderación de Honestidad Brutal apenas salió; etcétera). Por suerte, con el correr de los años, del periodismo (alguna nota mía que valoró) y del Festipulenta (donde lo vi brillar cada vez que tocaba con DChampions), nuestra relación se acrecentó bastante más y pudimos vivir desde alegrías, charlas libres y alguna que otra discusión pasajera hasta momentos muy copados como la última vez que nos vimos, cuando ya retirándose de mi casa en Constitución --donde había venido a buscar unos flyers para el Festipulenta, el festival donde finalmente van a debutar con los Perdedores tras casi 20 años de ausencia y luego de que toda una nueva camada de bandas como El Mató, 107 Faunos, Los Reyes del Falsete y otras se cansaran de nombrarlas como una influencia clave--, me dijo: "¿Sabés que me acuerdo de aquella fecha de Perdedores que Gorondi vino con un pibito? ¡Eras vos!". Así es, Santi, era yo.
2 comentarios:
Loco, esto que escribiste es bellísimo. Las imágenes, los recuerdos, el cierre perfecto, qué bien narrado. Sentí que estaba ahí. Los detalles, ¡los pequeños detalles siempre son clave!
Hace no mucho empecé a escuchar a Los Perdedores, qué lindo mundo abren. ¡Y cuánta lucidez!
Saludos.
Gracias Nicolás! Salió de un tirón, así que supongo que eso ayudó para que saliera lindo y bueno el texto. Ahora a disfrutar de la banda, que por suerte regresó. Saludos!
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