11.12.07

man in black

Hola, mi nombre es Johnny Cash. Nací el 26 de febrero de 1932, en Kingsland, Arkansas. Fui el cuarto de siete hermanos: Roy, el mayor, y luego Louise, Jack, quien les habla, Reba, Joanne y Tommy.

Crecimos trabajando en los campos de algodón.

A los 22 me casé con Vivian Liberto, de San Antonio, Texas. Y tuve cuatro hijas con ella: Rosanne, Kathy, Cindy y Tara. Después Vivian y yo nos separamos. Y en 1968 me casé con June Carter, que sigue siendo mi esposa, y me dio a John Carter, mi único hijo varón. June trajo también a sus dos hijas, Carlene y Rosie, a nuestro matrimonio. Hoy tenemos un total combinado de doce nietos y tantos hijos políticos, pasados y presentes, que June hace un chiste con eso en su espectáculo.

Mi vida ha sido simple: el algodón cuando era joven y la música ya de adulto.

Entre ambas cosas trabajé en una fábrica de coches en Michigan, fui interceptor de radio para las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos en Alemania, y vendedor de utensilios para la Home Equipment Company de Memphis.

Fui un gran operador de radio y un pésimo vendedor.

Mis primeros discos los lanzó el sello Sun, regenteado por el señor Sam Phillips en Memphis y casa discográfica de Elvis Presley, Carl Perkins, Roy Orbison y otros además de mí. Mi primer simple fue Cry Cry Cry en 1955. Y mi primer gran éxito I Walk the line en 1956. Dejé Sun para irme a la multinacional Columbia en 1958. Y poco después abandoné Memphis en dirección a California.

Mi asunto con las pastillas ya había comenzado. Muy pronto me consumirían totalmente, devorándome en la siguiente década y pico. Sorprendentemente, aquello no arruinó totalmente mi carrera. Durante aquellos años hice música de la que todavía me siento orgulloso -especialmente mis discos conceptuales de los '60- y alcancé el éxito comercial con Ring Of Fire en 1963.

Sobreviví, a pesar de todo.

Me trasladé a Nashville, vencí la adicción, me casé con June.

Entre los últimos '70 y primeros '90 no vendí gran cantidad de discos. Pero nuevamente debo decir que me enorgullezco de esa música. Y que aquellos años no fueron para nada aburridos: escribí mi primer autobiografía Man In Black y mi primera novela Man In White. Me uní a Waylon Jennings, Kris Kristofferson y Willie Nelson para formar los Highwaymen en el '89. Me echaron de Columbia y me aceptaron en Mercury Records. Ingresé al Contry Hall of Fame y al Rock n Roll Hall of Fame. Me hice adicto a los calmantes, me trataron en la Betty Ford Clinic. Me recuperé, volví a caer en la adicción, y volví a recuperarme.

En el medio hice cientos y cientos de actuaciones. Mantuve más o menos a flote mi empresa hasta que la fortuna volvió a señalarme.

Ocurrió en 1994, cuando comenzó mi alianza con Rick Rubin, productor de grupos totalmente alejados del estilo Nashville como Beastie Boys y Red Hot Chilli Peppers. Y grabamos mi álbum American Recordings. Según la prensa, de la noche a la mañana había pasado de ser un tipo acabado de Nashville a un ícono de la modernidad.

Podían llamarme como quisieran, les estaba agradecido.

Actualmente sigo en el circuito. Todavía grabando, todavía escribiendo canciones. Todavía presentándome en todas partes.

Me conservo razonablemente bien, tanto físicamente como en el aspecto financiero. Sigo siendo cristiano, como lo he sido toda mi vida.

A partir de ahí, la cosa se complica. Respaldo la frase de Kris Kristofferson sobre mí: "Es una contradicción andante, parte verdad y parte ficción". También me gusta la frase de Rosanne, mi hija: "Cree en lo que dice, pero eso no lo convierte en un santo".

Sí, creo en lo que digo. Pero existen diferentes niveles de honestidad.