19.12.13

el amor de un buda hechicero

¿Cuánto amor cabe en un escenario? Este año pudimos disfrutar de varios músicos que hacen del afecto y el vínculo amoroso con el público algo importante de sus shows: Bruce Springsteen, Daniel Johnston, Pearl Jam, por nombrar tres de este 2013. Y antenoche, Stevie Wonder se sumó a la lista. Seguramente influyó su condición de debutante en la noche porteña, pero está claro que la sensibilidad a flor de piel es parte constitutiva no sólo de sus hermosas canciones sino también de sus recitales; pequeñas celebraciones en clave negra de las vibraciones que mueven al mundo. Había que verlo balancear su cabeza apuntando al cielo y a pura sonrisa franca cada vez que nos plegábamos a sus propuestas de canto colectivo; primero tímidos, luego totalmente gustosos de volver a jugar con las escalas de notas como cuando éramos niños. "¿A ver? Esa me gustó", animaba Wonder –casi un Buda negro en su túnica de seda verde y motivos fluorescentes– mientras de este lado cantábamos y bailábamos como cuando las inhibiciones no nos modelaban la conducta. ¿Superstición? Mejor: hechizo. Y el efecto sigue.


(columna original en Tiempo Argentino)

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