23.12.13

federico, el anzuelo

Hasta la irrupción a principios de los ochenta de Federico Moura como "cantante frívolo" (así era visto por el periodismo especializado más torpe) prácticamente no había fragilidad en los cantantes del rock nacional; en su mayoría demasiado serios y "profundos" como para dejarse tentar por ciertas superficies. Sí, teníamos la sensibilidad de Miguel Abuelo ("Oye niño" como esa baguala trans que sigue calando en los huesos) o la dulzura de Alejandro de Michele (trapito estoico de Pastoral). Pero esa languidez al borde del desmayo que el cantante de Virus supo desplegar en sus mejores momentos (de Relax a Superficies...; un perfecto cometa de placer) era inaudita. Es cierto: también había algo distante, por momentos misántropo, en esa fragilidad de ojos demasiado azules. Pero era una distancia que no nos dejaba fríos. No congelaba. Al revés: nos calentaba si nos dejábamos seducir por esa lascividad sin límite. Toda la discografía de Virus es un exhortación a liberarse, a desatar los cuerpos. Y la voz de Federico fue el anzuelo.


(columna original para la nota de Maby Sosa en Tiempo Argentino

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