22.7.12

Pensé que no iba a ser para tanto. Pero cuando finalmente pude comunicarme con mi primo George y hablar después de, no sé, veinticinco años, verderamente se me erizó la piel, me volvió a la mente toda una niñez olvidada pero presente en algún lugar de mi cuerpo. "Hola primo!", me dijo desde el otro lado de la línea con bastante acento yanqui. Y yo no pude evitar recordar cuando me alzaba de chiquito (a mí y a mi hermano) o se dejaba ganar en un pulseada para, inmediatamente después, quedarse horas empatado con su hermano Albert, el reo, en una escena igualita a la de las pulseadas de Stallone (porque ambos eran demasiados fuertes y grandes para dejarse ganar por el otro pero a la vez demasiado amigos para atreverse a ganar a su hermano). Albert, el reo, el fan de AC/DC en los ochenta, y camionero y obrero rocker toda su vida; y George, el correctito, el callado y tímido, el ex marine y guarda parques, el pelo corto y semblante triste pero siempre cariñoso con sus pocas palabras. Los dos, nuestros héroes de la infanci a partir de las historias que traía la tía Nenucha (sí, se llama así) cuando nos visitaba. Radicada en EE.UU. desde los setenta, la historia de Nenucha es muy parecida a la de tantos latinos o argentinos que hoy viven con todos los papeles en regla y como americanos pero que alguna vez fueron polizontes y pasaron hambre del jodido. En el caso de mi tía, luego de un largo trajín que tuvo principio feliz (estadía a todo dar con marido genio de la medicina y director de hospital) pero un desarrollo mucho mas complicado en la cruda Nueva York de los setenta; con mi primo Albert ya interactuando con las pandillas de su ciudad y mi tía mandandolo de prepo a vivir con nosotros, en Buenos Aires, en plena Guerra de las Malvinas. ¿Qué iba a hacer un yanqui de deciseis años, pelo largo y espalda de ropero en ese contexto? Ponerse a laburar en una obra en construcción y convencer a varios de sus nuevos amigos que la posta era Kiss y esa bandita desconocida pero rockera al palo llamada AC/DC. Historias hubo muchas. Como por ejemplo colarse con sus amigos a una fiesta de quince por el balcón y que lo lleve detenido la policía (año '81) o agarrarse del guardabarros de los colectivos para andar más rápido con su skate (again, '81). George, más tímido, lo protegía con el sentimiento desde acá, EE.UU., nunca reprochándole sus diferencias, todo lo contrario. Y también viviendo sus propias locuras, como cuando lo soltaron en Alaska sin más equipamiento que su navaja especial (esa que usaba Rambo) a que sobreviviera una semana como parte de su entrenamiento como marine. O cuando en un subte de NYC, por la noche, le hizo frente una pandilla que había querido afanarle y los liquidó uno a uno. Varias historias, la misma sangre. Y escucharlo, me hizo bien.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Juanma, increible llegar a tu blog y poder saber de vos (a traves de lo que escribis). Hasta yo, tantos años despues, me acuerdo de las anecdotas de tus primos.

Te mande un mail (a lowfirocker@hotmail).
Espero poder ponerme en contacto con vos pronto.

Un abrazo,
Paul