29.8.12

variaciones sobre Binner


A Binner le da bronca que TN se haya vuelto tan opositor porque cada vez que iba lo "trataban muy bien" y ahora tiene miedo de quedar "pegado". "Que macana", resopla.

Aunque no tengan relaciones desde hace tiempo, Binner, de su esposa, no se divorcia. "Me casé enamorado", cuenta y cada tanto escuchan juntos Sui Generis.

De joven, Binner bailaba lentos con Paul Anka. Aunque no le agrada comentarlo. "Mirá si trasciende en los medios y la gente se entera. Es un quemo", murmura.

Eso sí, cuando va a un casamiento, Binner pide "pop de los 80" porque la ciática lo puede y la cumbia es dificil de bailar.

Y cuando regresa a casa, tras un largo día de trabajo, pone los Beatles. Pero ojo, los primeros. Porque "los últimos eran muy locos" y ya no le gustan tanto.

El beatle favorito de Binner es, claramente, Paul McCartney. A Binner no le gustan los Stones. "Tienen mucho menos talento que los Beatles. Cualquiera te lo dice".

De la música actual, sabe que esos tal Radiohead "son muy buenos". Y que los Babasónicos "hacen una música de avanzada".

Y de hecho, cuando sus nietos le hacen escuchar esos grupos, sonríe, y dice que le gustan. Aunque en seguida pide "un poquito de Serrat".

En el fútbol, solía concordar con Macaya Marquez, pero desde que existe el Futbol para Todos tiene su corazoncito con Julio Ricardo. "Me gusta que es pausado para hablar. Y es respetuoso. Eso es muy importante".

Es hicha de Atlético Rafaela. Pero le encantaría que Vélez se mantenga como el equipo más exitoso del país porque River y Boca "ya ganaron mucho y traen mucho lío".

Por eso también está al tanto de cómo le va al equipo de Liniers: "Ése soy yo: Vélez, la clase media. Si ellos pueden, yo también", se ilusiona.

Binner ama el pizarrón, la tiza, la escuela. "Si no fuera político me encantaría ser maestro", dice con luz en los ojos y convencido de que la culpa de la pobreza es la falta de educación.

"Hay que enseñar mucho más a Sarmiento en la Argentina", postula.

Cuando era joven, Binner era un buen alumno. Y una buena persona. Siempre le esquivó a eso de ser gorila. "No hace bien odiar", explicaba.

Sin embargo, nunca le gustó Perón: "Si no fuera por ese señor hoy seríamos un gran país".

"¿Qué nececidad de ese revanchismo? ¿Para qué?", pensaba en la facultada el joven Binner de Perón y Evita.

Por supuesto que eso no quería decir que no pudiera haber menos pobres. "Pero tiene que ser sin que se enoje la clase media y con el campo ganando lo que le corresponde", diferencia ahora.

Por eso, en contraste, admira a Lula da Silva y le repite a sus amigos: "¿Por qué en vez de Moyano no podemos tener sindicalistas como fue Lula en su momento? Yo no entiendo, la verdad...", se lamenta.

Y destaca la democracia chilena: "Hay que aprender de los que hicieron las cosas bien".

En ese sentido, le encantaría que el mundo se dividiera entre izquierda y derecha. "De un lado los comunistas, del otro los liberales, y en el medio, nosotros. ¿No sería mucho mejor?"

De hecho, al principio, Kirchner lo seducía políticamente. "Es inteligente y le cae bien a la clase media", reconocía.

Pero después, cuando lo del campo, se hechó para atrás. "Así no se puede. No hay que fomentar la división del país", se enojó.

A Binner le encantaría hacerse una biaba como Cacho Castaña, pero tiene miedo de que lo carguen. "Mejor llevar las canas con dignidad", afirma.

Por otro lado, nunca fumó porro. Pero no porque esté en contra de la marihuana sino porque no se le dio por probar. "No sé por qué. Será que soy de otra época", se disculpa.

Y cuando su hija de 15 empezó a irse con "el novecieto", la mandó a "educación sexual".

"Para que esté informada", le decía a sus conocidos, aunque lo ideal hubiera sido que se mantuviese virgen "un tiempito más".

A la noche, cuando tiene en sus manos el control remoto, Binner mira de reojo los culos de Tinelli, pero cambia rápido de canal no sea cosa que su mujer lo descubra. "Es brava", dice por lo bajo.

Y a veces, antes de dormirse, se acuerda de Reutemann: "¿No me estaré conviertiendo en él?", se asusta, mientras su mujer ronca al lado.

"Yo tengo una responsabilidad. No puedo hacerme el boludo", se repite con Showmatch todavía de fondo. Pero poquito a poco el cansancio lo vence y Binner entra en un sueño tranquilo y reparador.

Mañana, por suerte, será otro día.


(escrito originalmente en Twitter una noche de otoño de 2011)

23.8.12

el kirchnerismo y sus dos orígenes

El kirchnerismo tuvo dos orígenes: el mitológico, de José Pablo Feinmann, acá; y el empírico, de Eduardo Duhalde, acá. En el mito de José Pablo el kirchnerismo nació de las Asambleas y el Que se vayan todos; en el realismo duhaldista, de la Ley de Lemas y el PJ Bonaerense. Obviamente, como ya mostraron los revisionistas, el mito no se lleva bien con la realidad: para las Asambleas, Kircher "era más de lo mismo". Pero para el conurbano, que votó en masa a Kirchner a instancias del PJ Bonerense y de las manzaneras, la continuidad del modelo económico era positivo. Lo que el conurbano pobre se dio cuenta intuitivamente en 2003, la clase media instruida recién entendió en 2009, pero con relato televisado. Eso sí, una vez 'apiolados', los hijos del relato borraron cualquier origen vergonzante y entonces Duhalde pasa ser malo y Clarín nunca apoyó. Pero la historia, como a veces ocurre, fue otra...

17.8.12

Hola Juanma, al día siguiente de la excelente performance de la orq fernández fierro y su cantor el chino laborde,me animo a dejarte algunos comentarios que ratifican lo expresado anoche cuando te llevé a tu casa.

Es destacable la fuerza y la energía del conjunto, aún en un género como el tango, que se caracteriza por la fuerza de su música y su fuerte compás. La influencia de la cultura del rock es evidente, no sólo en la vestimenta y el entorno, sino en la música, hecho muy lógico, ya que el rock, en sus distintas variantes, guste o no guste, es la música contemporánea con mayor vigencia hoy día, ya desde hace bastantes años. Esta influencia, no se expresa en fusión, o en los arreglos, creo yo, lo cual sería admisible pero podría no ser apreciado por los tangueros, sino en "el espíritu"de los temas que se interpretan y la forma de interpretarlos. Para mí, eso es un hecho a aplaudir más aún.

No hay duda, así, que la música interpretada es tango. Aunque tengo para mí, que la denominación sólo es una cuestión semántica. Se lo objetaba a Astor Piazolla que lo que hacía no era tango. Mucho discutió y sufrió él por eso, con su carácter sensible e irascible. Al final, algunos calificaron su música como música de Buenos Aires. Qué importancia tiene eso, me refiero al uso del vocablo? Es una polémica inútil, lo importante es si la música es buena e interpreta a su pueblo, y la música de Piazzolla y de la orq Fernández Fierro, es música de Buenos Aires, sin duda. Y además tango, y muy buena música. No para bailar, sino para escuchar. Tango representativo del siglo xxi, como comentamos ayer, como la música de Astor lo fue del Buenos Aires post Perón.

Les deseo a esos muchachos el éxito que merecen.

Bueno, me metí a opinar sobre espectáculos a un especialista , es como si vos te lanzaras a opinarme a mi, sobre hacia dónde va el mundo árabe hoy día, cosa que por supuesto podés hacer sin ningún problema. Pero en fin, se opina lo mejor posible y con buena onda.

Un abrazo y muchas gracias por habernos dado la oportunidad de escuchar esa orquesta en el mes del tango en Buenos Aires.

Abrazo, tu Papá.

12.8.12


Me quedé en loop con el triple de Nocioni que no pudo ser. Como en el 2006. No importa. O sí importa. Guardo para mí el equipo que más ilusionó y más me hizo disfrutar en mi vida. Son mis amigos. Los voy a extrañar

3.8.12

Y un día volvimos. Volví. Se veía venir. Uno no puede estar toda la vida de viaje. Algún día volvés. Siempre llega ese momento en que el avión te toca el timbre, subís, mirás para atrás con algo de pena o resignación y... decís adiós. A vos mismo. A ese exacto momento en que saliste a caminar por Artesia, uno de los barrios indios de LA y te metiste en un Pollo Loco a comer unos burritos de prepo. Un sol que raja la tierra y la humedad que no existe. Y un Days Inn con olor a viejo en las alfombras, el desayuno menos americano de lo que pensabas y las autopistas sin GPS esperándote a la vuelta de la esquina. Todo subsimido bajo la situación inverosimil de una billetera con dólares de cinco, de diez o de cien que no valen tanto. Pero duran bastante. Todavía quedan vestigios de la recesión del 2008 y los precios caen. Los homeless copan la parada. Obama discute con Romney la no quita de impuestos para los más ricos por la televión. La CNN, la ABC, la Fox, los canales de noticias que no tantos ven, pero tampoco tantos desconocen. La obsesión por la oferta. El tax. El consumo que todo lo envuelve y del que es difícil escapar. "Como sirenas que te llaman", te comenta tu amigo Paul, yanqui de nacimiento y argentino de crianza. Ambos países conviven sin reproches en su corazón. Te lo encontraste de casualidad y la confianza está intactacta. Lo que no se rompió de chicos, no se va a romper ahora. Los partidos en el patio del Malvinas. Independiente y River Plate. Hola Bill Callahan, hola Lucinda Williams, hola Jay Farrar. No pasa mucho tiempo hasta que pasan al Boss por la radio. Sonreís. Dancing in the dark. El libro que justo no casualmente re a propósito estás leyendo es su biografía clásica, Glory Days, y los boulevares oblícuos, las tiendas de autos usados, los más variados fast foods, la bandera americana en cada esquina posible, lo nombran sin decirlo en cada gramo de tierra que pisás con tus All Star compradas en Once. El máximo ícono del estadounidense común y corriente siempre está. Y no para hacer la vista gorda, justamente. Si en Los Ángeles la sirena de los bomberos es lo que más se escucha en las calles, en Las Vegas el sonido que lidera es el de las ambulancias. Y tiene sentido. Unos arden, otros desesperan. En San Francisco, en cambio, mucho más constrictos, mucho más palermitanos, el silencio no es mayor. Las casas victorianas de dos o tres plantas, una a lado de la otra, infinitamente, entre las colinas, arriba y abajo, tienen el rictus erguido de un californiano que necesariamente se percibe superior. El hotel donde paramos, el menos costoso que supimos conseguir, tiene aspiraciones de boutique y comodidades de hostal estudiantil. Los Days Inn de LA, de Las Vegas, de los pueblitos cercanos al Yosemitte Park, nos trataron por bastante menos mucho mejor. La llaneza y la hospitalidad del estadounidense tierra adentro. Del red neck y el vaquero. De los ojos claros, la piel marrón, el oriental y el olvidado. Un día nos lleva el auto la grúa y nos salva un mexicano. "La ciudad de la furia", nos cita con una sonrisa. Y a las semanas, no encontramos hotel, de regreso en LA, y esta vez es un indio quien nos salva las papas. Recorremos Estados Unidos con la fascinación de quien siempre soñó con ese momento y nunca pensó ciertamente que lo iba a vivir. Por más que ya conocíamos otros lugares, ya habíamos vistos las suficientes películas, y leído a Leavitt, a Henry Miller, a Carver. Estamos un día en la 91 freeway de Los Angeles y ocurre un accidente. No lo vemos. Pero sabemos que está. Todos los otros autos empiezan a aminorar la velocidad y yo hago lo mismo con nuestro Mitsubishi bordó. No sabemos bien qué viene después. Escuchamos que un yanqui habla con su madre: "Ya llego. Estoy parado en la 91". Los minutos pasan. Hay incertidumbre. Hasta que llega un patrullero y nos ordena aguardar en nuestros sitios. "Ya podrán avanzar", indica grave, desde un alta voz, mientras recorre la 91 y los operarios delimitan con balisas el accidente. Deberían haberlo visto cómo arqueaba su coche, una y otra vez, casi como un sheriff y su caballo obediente. Y entonces me di cuenta. Estábamos en el desierto. Él era un vaquero, nosotros su ganado, y esto, su faena. La de todas las noches. En la 91. Respiramos el aire de California y queremos cumplir nuestros sueños. Aunque no siempre se pueda. Adiós LA, nos volveremos a ver.







1.8.12

Y pintaron los Juegos. Yo pensé que los Olímpicos iban a pasar más inadvertidos por estas tierras, siempre más proclives a las competencias locales (las famosas ligas mundiales) que al gran desafío exterior. Pero no. Estamos todos con las gimnastas, el beach volley y por supuesto, el gran Phelps. Que en estos Juegos, parece, no viene siendo tan grande (hace unos minutos acabo de ver su última "desilusión": un sudafricano relegándolo a la medalla plateada), aunque por acá sigue siendo EL ídolo. Las cámaras puestas en él (y otro poco en Allison, la nadadora) y las historias de vida a la orden del día. Sin embargo, como imaginarán, MIS Juegos, mi pasión, mi disfrute total, pasa por la Generación Dorada. Lo que hagan Manu, Chapu, Luifa, Leo y los demás, que esta vez, estoy seguro, volverá a ser grande más allá del puesto final que obtengan. Ver el primer partido, contra Lituania, se hizo difícil. Lo seguí un poco por internet y otro poco por los diarios web. ¡Qué amargura! Pero tocó así. Acá, en Estados Unidos, tienen una cierta idea de lo que significa el equipo argentino (conocen, por supuesto, al quinteto inicial, y saben que les hemos ganado un par de veces), y Manu, claramente, es la figura deportiva argentina que más conocen (Messi emparda entre los amantes del soccer, claro). Pero de ahí a que te pasen los partidos, olvídalo. Agradecé si te pasan en el noticiero. Contra Francia, entonces, la cosa se hizo más ardua porque ni siquiera estábamos en el hotel y la incertidumbre por el trámite del partido, que venía jodido, me hizo pasarla mal en la caminata por LA. Nadie con quien compartir la angustia del partido! Pero bueno, como ya sucedió otras veces (Atenas 2004, sobre todo), las derrotas en la fase inicial de grupos son un clásico de este equipo. Y suelen servir para bien. Recuerdo que en Grecia perdimos contra España y luego contra Italia (o sea, dos veces) e igual pasamos y pudimos evitar a Estados Unidos (que le quedó a los españoles). Esta vez, seguramente, ocurra algo parecido, porque a esta derrota contra Francia probablemente se suma la de Estados Unidos en el último partido por grupos, y eso igual no cambiará en mucho la clasificación de Argentina, que saliendo segundo o tercera evitaría igual a la Furia. ¿Un quilombo? Aguarden y verán. Lo importante, a mi parecer, es que el equipo se mantenga unido (de eso no tengo dudas) y que --acá viene lo complicado-- Sergio Lamas se decida a rotar más el quinteto inicial. Quiero ver a Juan Gutierrez bajo la zona pintada y al Chapu de alero, como tendría que ser. Hay que confiar en todo el plantel, no sólo en los NBA, señor DT. En fin. Mañana continua la historia. Y por acá también. El poco acceso a internet me privó de contar varias cosas que hubiera estado muy bueno registrar en este diario; la más importante mi reencuentro con Paul, un amigo de la primaria (compañero de banco!) que es yanqui de nacimiento (y argentino de corazón) y que gracias a este blog me ubicó acá en California. Increible y emocionante compartir asado contigo y tu familia querido, Paul. Gracias de nuevo. También prometí algunos comentarios rockeros, pero eso quedará para mañana o... para cuando vuelva. ¡Y hay tela para cortar! Veremos cómo sigue.