28.11.09

acontecimientos

Jueves: llega a mis manos Lejos de Berlín

Viernes: llega a mis manos Orgía Políticamente Correcta

Sábado: arranca el Festipulenta 4 edición delucs

Así vale la pena recibir el fin de semana

26.11.09

alegría deportiva

Es obvio que la felicidad pasa por seguir la Selección de Basquet. De hecho, hablé de eso varias veces. Pero el futbol tiene lo suyo también. Por ejemplo con esto que pasa con Maradona (obviamente acá lo bancamos) o con River, que ahora que le va mal te da la posibilidad de tirar un: "Y sí, Ahumada es el chabón que más bancó la camiseta en los últimos cinco años", y sentir que realmente te estás poniendo del lado de los buenos. O lo que pasó con Ortega al principio del campeonato. A mí, la verdad, me importa muy poco el campeonato. Pero verlo a Ortega dar vuelta él solo aquel partido contra Chacarita, en medio de un creciente clima de linchamiento mediático, me produjo una felicidad que no sé si muchos hinchas, -especialmente los que hinchan por equipos actualmente exitosos- pueden entender. Y ni siquiera los de Racing o Gimnasia. Porque de última, ellos ya están acostumbrados a sufrir. Y construyeron una bien ganada épica alrededor de esa condena. Pero el hincha de River no está acostumbrado. Y lo que tal vez no se esté dando cuenta es que momentos como ese de Ortega, o lo que pasa hoy con Almeyda, que volvió por la gloria y después de mil años de estar retirado, es una de las cosas más gratificantes que un hincha puede experimentar: el amor real -cristalizado en trayectoria constante y sonante- de un jugador por una camiseta. No un amor declamativo; uno hecho carne. Vivencia. Y la verdad, no encuentro alegría deportiva más plena que esa.

23.11.09

Hola Juanma, leyendo hoy "Los Lanzallamas" de Roberto Arlt encontré un párrafo que deseo compartir contigo.

"Alguien ha tomado la guitarra. Una vidala suena triste, y el porrón de ginebra embadurna los labios de fuego y los ojos de coraje. Las milongas entornan los párpados y retoban las caderas en pujo de baile; luego el moreno Amargura desenfarda el bandoneón, y en el pasto verde se destrenza el tango, negro ritmo de carnaza sensual y angurrienta".

¿No te llama la atención que en toda América Latina los negros sean sinónimo de ritmo alegre, vibrante, y aquí resulta que el negro bandoneonista tiene el apodo de Amargura?

Un abrazo, tu papá

19.11.09

pocas cosas más maravillosas que participar de un fenómeno de masas

Obviamente tengo una ideología musical que se vincula con mi ideología política. Pero no se traduce literalmente. O sea, el corte mal que me pese es transversal. Yo no creo en la transversalidad. Nunca creí. Prefiero la ayuda sólida y sostenida de los intendentes que las veleidades de una Royale que no conoce el barro del conurbano. Pero cuando un tipo como Melero, a quien valoro y aprecio como compositor de grandes canciones, dice: "Siempre hay multitudes dispuestas a que les mientan". Y después: "Las mayorías jamás supieron elegir. Entonces, si no saben elegir políticamente, ¿cómo van a poder juzgar arte?". Ahí sí me situo transversalmente y le recuerdo que la masividad tiene de todo. Audacia y reposición. Conservadurismo y rebeldía. ¿Hacen faltan dar ejemplos? Bueno: Beatles, Rolling Stones, Sex Pistols, Elvis Presley, Beach Boys ¿Ahi también las mayorías se equivocaron, Melero? Y mirá que te nombré de todo. Más allá de las condiciones artísticas, todos ellos fueron masivos, pero distintos. Entonces, ¿por qué meterlos en la misma bolsa? Siempre me molestaron los que miran con desdén los fenómenos masivos (y ya ni siquiera digo "populares", que obviamente pone en juego otras cosas; digo masivos, así, sin más), aquel que cuenta la cantidad de seguidores para adherir o no a un fenómeno. Considero que son ingenuos al revés. Porque después, cuando ese fenómeno under que cuidan y subrayan salta a la masividad, no saben donde meterse. Se convierten en renegados o quebrados. Pero bueno, allá ellos. No saben lo que se pierden. Pocas cosas resultan más maravilosas que participar de un fenomeno de masas y sentir que sos uno solo con toda esa gente que está en la misma. Y no es tan raro, eh. Pasa relativamente seguido en la música, la política, los deportes, las discusiones en la web. A mí me pasó la última vez cuando se votaba la Ley de Medios y afuera del Congreso se vivía la espera como una fiesta. Estaban D'Elía, Copani, Tavo de Los Piojos, Cristian Aldana de El Otro Yo y mucha gente más. No había amalgama. O sí. La amalgama de saber que estábamos ahí por algo bueno y efectivamente posible. Real. Lo opuesto a una utopía. Lo comparaba con las cerradas y aburridas marchas que asistí alguna vez cuando era adolescente y pensaba: "Qué pena. Los tipos están atentos a todo conflicto social que haya. Pero cuando sucede algo verdadero y alegre se lo pierden, lo odian". En realidad, no es una pena. Es una tragedia. Pero volviendo a lo anterior. Cuando ocurren esos fenómenos de masividad, te sentís bien. Generoso y comprendido. Por eso, a quienes les preocupa tanto la individualidad, yo les digo: no se preocupen, no es tan grave. Si tenés convición en lo que hacés, si estás tranquilo con quien sos y los que vas a seguir siendo antes y después, ¿cuál es problema de que te disuelvas en la masa? Si tenés ese miedo es porque francamente, más que ego, lo que hay ahí es inseguridad. No digo que sea el caso de Melero. Pero sus palabras muestran un elitismo que, pruebas a la vista, no le encuentro otro mote que rancio.