20.11.14

no puedo evitar que las nubes de instant books vengan hacia mí


--¡Horacio! ¿Dónde está?
--Acá, en la clandestinidad
--¿Qué? ¿Qué pasó?
--Todo mal: una nube de instant books me persigue
--¡Oh no! ¡Horror!
--Calma, ya borré todas las notas que me incriminaban
--¡Bendito sea Dios, Horacio! Lo necesitamos vivo
--Lo sé, lo sé. Estos Papa hunters no vencerán.


--Pero Horacio...
--Qué...
--Acá me dicen que subidos al fenómeno están viniendo... ¡los instant books de Sergio Berni!
--¡¿Qué?!
--Sí. Y ya armaron la nube. Habría que borrar esas notas también...
--¡La puta madre!


--Y Horacio...
--¡Qué, por amor de Dios!
--Perdone, pero... llegaron los instant books del Pj Bonaerense también...
--Naaah...
--Sí...
--¿Vos no me estarás cachando, no?


--Bueno, a ver...
--Sí...
--Saquémosle provecho a esta mierda, al menos...
--Lo que usted diga, Horacio
--¿Me buscás las primeras notas de Néstor?
--¿Las de cuando era gobernador y lo trataba bastante mal?
--Claro. Borralas.
--Mmmm... De esas no ser amó ninguna nube todavía. Me temo que no estamos autorizados...
--¿Ni una puede salirme bien? ¿ni una?


--Bueno...
--¿Bueno qué?
--Pasó la nube. Ya puede salir a la superficie, Horacio
--Bueh. ¡Al fin!
--No se me enoje...
--¿Y cómo querés que me ponga?
--No se... ¿Aliviado?
--Aliviado la verga. De esto no me olvido más...
--¡No me diga que ya prepara revancha!
--Por supuesto, ¿qué pensabas? ¿que me iba a quedar de brazos cruzados?
--La verdad que no, ¡imposible!
--Que se preparen todos. Esto no termina acá.

13.11.14

Seguilo porque vas a reírte
mucho, vas a erotizarte
más, vas a llorar otro
tanto y vas cambiar la
vida como la cambiamos
todos los que lo leímos
alguna vez


10.11.14

Todo bien con su matrimonio con Cortázar y las traducciones a Faulkner, Bradbury, Sartre, Nabokov, Lawrence Durrell y demás; para mí Aurora Bernárdez siempre será la traductora de este libro



9.11.14

El mejor consejo para escribir me lo dieron cuando pregunté a un escritor ¿se puede hacer esto? y me dijo: se puede hacer lo que quieras.

8.11.14

Hoy mi hijo de un año y
cuatro meses
me hizo su primera
jugarreta; cuando volvía
de atender el teléfono
y lo llamaba
cada vez más
alarmado
a punto de entrar
en pánico
porque no lo encontraba
por ninguna parte
y lo descubrí
a mis espaldas
sonriendo pícaro
en silencio
como diciendo: ¡ja
no me tenías, eh!