12.10.05

6.10.05

hagan cola

Hoy fue un día signado por las tapas de minas en bolas. Esperando un colectivo en Corrientes escuché que un chabón y su novia (iban abrazados con mucha dulzura por lo que asumo que eran pareja) se detenían sorpresivamente en una parada de kisco y él le comentaba: "¡Che! ¡La revista Claro está hecha una porno! ¿Te acordás de cuando sólo hablaban de recetas de cocina y de decoración de interiores?". Ella asentía, y yo pensaba: "El flaco tiene razón. Antes la Claro era la Para Tí de las clases populares...". Ya de regreso del trabajo, me demoré en el kiosco de Lacroze y Cabildo pispeando las distintas tapas de minas en bolas. En general bien. Hasta que llegué a Paparazzi. Aparecía Karina Jelinek asomada al borde de una pileta con el título "Hagan cola". Como soy medio chicato, decidí inclinarme para observar la tapa mejor. Ahí me di cuenta de algo: Jelinek estaba triste. No melancólica sino triste. Pensé: "¿Por qué será?". Evalué: no es por guita porque plata tiene. Tampoco es por fracaso laboral, porque la mina es conocida. Barajé el tema sexual, pero consideré altamente improbable que fuera infeliz a la hora de coger (está claro que pudo elegir al atléticamente más satisfactorio). Estuve un rato largo (no tenía apuro por volver a casa) hasta que entendí: Jelinek estaba triste porque no le encontraba sentido a la vida. "Sí. Tiene que ser eso. La mina se siente vacía", me convencí. Tenía lógica: una mujer hermosa que hace cola en una pileta, pero que en el fondo no le importa. No le signfica nada. Acepté como válida esa hipótesis y acto seguido me enojé. ¿Con qué derecho está mina salía en culo y con una tremenda cara de velorio? ¿Con qué puto derecho? ¡La vida esta a full, Jelinek! ¡Date cuenta! Te invito a mi barrio, morocha. Hay buenos deliverys y el videoclub a un peso. No soy atlético, pero sí atrevido. Y si te gusta la pileta, en la terraza de mi edificio armamos un piletín y chapuceamos de lo lindo. Tengo un protector solar factor 15, ¿sabés? Hawaiian Troppic. Tipo gel. A si que Karina... cuando tu digas. Estaba de lo más embalado en mi enganche cuando me di cuenta de que la señora del kiosco me miraba con atención. Recuperé mi postura y continué rumbo a casa. Cuando pasé frente a la señora, comenté: "Cada vez más zarpadas las revistas, ¿no?". Ella asintió con una sonrisa entre enigmática y sabia. No sé porqué, pero en ese momento me acordé de mi heladera vacía y decidí, antes de volver, pasar por el super y comprar unas cervezas para el fin de semana.