16.4.09

Terra lo hace hablar a Feinmann: genial.

Si sos un progre sententista, masomenos amigo del ideario peronista, Feinmann te hace bien.

Te explica cómo se equivocó -pecó profundamente- la juventud maravillosa al asesinar a Rucci.

O cómo la vanguardia, desligada del pueblo (¿hay otra forma de la vanguardia?), es pura violencia desvariada.

También, cómo el gorilismo arruinó todo. Porque sino, ¿cómo se entiende tanto daño irracional?

Si tanto te interesa el PBI, ¿no debería interesarte también la posibilidad de un desarrollo más sólido?

El nacionalismo económico que adoptaron todas las capas oligárquicas de latinoamérica -desde la burguesía pinochetista de Chile hasta el industrialismo tozudo de Brasil; ambos profundamente racistas- acá fue imposible por el gorilismo: el convencimiento de que Argentina era un país de mierda que no merecía ese esfuerzo.

La enseñanza que nos legaron Rivadavia, Echeverría y Sarmiento: ¿para qué ser potencia, si merecemos ser colonia?

Entonces, Feinmann, por ese lado, bien.

Te da pistas de esa anomalía.

Te convence.

El problema es si sos, efectivamente, peronista.

Ahí... Mea fuera del tarro.

Por ejemplo, cuando plantea la estrambótica analogía Urquiza-Perón (¡increíble! ¡nunca vista!), cuando todo peronista de verdad, corazón abierto, sabe que ese puesto le corresponde a Carlos Seúl.

Hay un forzamiento para correr al Perón de los '70 a ese lugar a un lugar de traidor que para un peronista de ley es inaceptable.

Aclaremos: desde un lugar neutral podemos achacarle muchas cosas a Perón. Culpabilizarlo.

Pero desde un lugar peronista, no hay resto: él volvió por todos y a la primera de cambio (asesinato a Rucci, con más del 60% de los votos) lo prepotearon.

Por supuesto, es un argumento sentimental.

Pero también programático:

Su Pacto social del '72 precede y anticipa al que reclama Kirchner hoy. O sea: espantaría al campo, erizaría a la City.

Un plan que sería revolucionario (en el sentido peronista) aun hoy.


No hay comentarios.: