21.7.09

Morazán es Bolivar o San Martín

Hace un par de semanas tengo la persiana caída. Se cortó la cuerda y zas, se desplomó. Sin vueltas. Para siempre. Llamé a Martín, que siempre me ayuda en estos casos. No contestó. Recuerdo que la última vez me avisó que no respondía el celular. "Por seguridad", me dijo. "Los puede ver mi mujer". Los fines de semana se ve con su amante en Quilmes y los llamados podían ser peligrosos. "Me pueden descubrir", me advirtió. El tema es que hoy por hoy es el único que me puede ayudar. Él levanta, yo sostengo. O viceverza. Un equipo que funciona bien. Hablamos de la vida. De peronismo. Y de mujeres. Martín fue ayudante en el edificio donde vivo. Ayudante del portero. "Con Juan Carlos todo bien", me dice. "El problema es la vieja". Y no hace falta decir que la vieja es la administradora, la cincuentona votante de Macri que vive en mi piso y que desde que me mudé acá me trata bien. Me considera importante. De buen trato. Seguramente porque soy blanquito. Y viví en otros países. Colombia. Honduras: "Míralo al argentino. Mira cómo sabe la historia de nuestro país", me decían cuando estaba en tercer grado. "Morazán es Bolivar o San Martín", me inculcaba el viejo que vendía golosinas en el recreo. Y yo recordaba, memorizaba. Y no me olvidaba más. Si querés cerciorarte, date una vuelta por Loreto y Vuelta de Obligado, esquina federal si las hay. Me acuerdo que recién terminaba Mexico '86 y todos decían: "¡Al argentino! ¡Al que salió campeón mundial!". Así aprendí a jugar. A gambetear. El fútbol es importante. Pero nunca tan importante como cuando sos chico y todos te señalan a vos. Hoy justamente hablábamos de eso, en el día del amigo. Por la tele pasaban los goles de Diego y uno tiró: "Loco, es un genio, no se puede creer. ¡La tenía atada!". Y sí. Nosotros nos quemábamos los ojos para completar el álbum, exigirles que nos dejaran salir antes de que fuera demasiado tarde, y ellos nada. Ni la hora.

Con esa seguridad del que te pide todo para no darte nada.

No hay comentarios.: