27.1.10

los tachos de Avenida de Mayo

El otro día me carterearon por primera vez en mi vida. En el subte. Y no me enteré hasta que llegué al laburo y vi que me faltaba la billetera. "Es entendible", me autoconsolé, "venías absorto con la novela de Stephen King". Pero igual me dio bronca porque creo que fue la única vez en muchísimo tiempo que saqué 500 pesos del cajero y como un boludo los puse todos juntos en la billetera. Hay que ser gil. Obviamente después vino todo el tema de llamar a los bancos y suspender las tarjetas. Hasta que por la tarde me llamó un jubilado diciéndome que había encontrado la billetera en un tacho de basura. Me citó a las nueve y media de la noche en el Burger de Corrientes y Gallardo, y llegué puntual. Me dijo que la había encontrado revisando los tachos de Avenida de Mayo. "Buscando cigarrillos", aclaró. "Hace poco encontré un atado entero sin abrir". Era bajito, flaco, y tenía una barba raleada, de pocos días. Me dijo que cuando vio el carnet de periodista pensó que podía ser importante. "Igual no espero nada". Yo le sonreí y le di la plata que había alcanzado a juntar. Le agredecí, obviamente. Y pensé: "Bueno, al menos no tengo que sacar otra vez la cédula". Nos despedimos con un apretón de manos. Y volví en el bondi pensando en él, imaginando cómo sería su vida cotidiana.

2 comentarios:

Julia dijo...

Buena historia, salvo por los 500 mangos, claro.

Julia dijo...

Ah, y es cierto que solés ir distraído por la calle, en el subte, por la vida.