Me agaché, lo miré,
le dije: ¿ya tenemos
una relación vos
y yo?
Se moría de ganas
de corresponderme.
Pero antes, precavido, miró a
su madre, luego a mí
luego de nuevo a su madre
y luego de nuevo a mí.
Recién entonces
con una sonrisa
que no cabía
en el mundo
me dio a entender
que estaba todo
bien.
Ya tenía el visto bueno
que más importaba.
(01/01/2015)
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