16.1.09

man in black 7 (secuestro en jamaica 3)

El que iba armado, que estaba de pie en la cama con su cañón a dos centímetros y medio de los sesos de John Carter, empezó a hacerle preguntas amistosas: "¿Qué hacés por acá? ¿Qué te gusta hacer en Jamaica? ¿Bucear?"

John Carter le contestó tranquilo y atento, y cuando sucedió lo más extraño de todo, se comportó impecablemente. Tenía sólo once años.

"¿Sabés qué? Es un arma de verdad", le dijo el que le apuntaba en la cabeza.

"Sí, lo sé", le respondió John Carter. "A veces voy de caza con mi papá. Sé de armas".

"¿Querés sentirla en tus manos?".

En ese momento entendí lo que significa el dicho "se me subió el corazón a la boca". No podía respirar.

John Carter no titubeó. "No, señor. No juego con armas. Les tengo mucho respeto. Son muy peligrosas".

El tipo asintió e hizo una mueca tras la media que lo tapaba: "Ah, me parece correcto. Me caés bien".

"Gracias, señor", le dijo John Carter.

La tensión cedió después de eso. Creo que todos vimos que las cosas podían acabar sin derramamiento de sangre, y los ladrones vieron que podían salir de ahí con un buen botín. Reba era la única que todavía daba muestras de nerviosismo; el resto intentábamos por todos los medios contenerla.

Cuando terminaron de guardar el botín en el saco, uno de los ladrones nos dijo: "Vamos a encerrarlos en la bodega". Y al oirlo, otras vez las mujeres empezaron a lamentarse. Pero yo pensé que era una buena solución. Significaba que no iban a sacar de la manga alguna sorpresa de última hora, como matarnos para que no haya testigos. No sé hasta qué punto ellos se sentían ocultos tras aquellas máscaras, pero durante más de dos horas y bajo distintas condiciones de luz, concluí que no servían de mucho. Probablemente hubiese podido señalar a cada uno de ellos en una rueda de reconocimiento.

Ignorando las protestas de las mujeres, nos condujeron escaleras abajo. Después, cumpliendo lo dicho, nos encerraron en el sótano. O, como dice June, "la prisión". Introdujeron unas cuñas en las rendijas de la puerta y se fueron.

Pero sólo por un minuto. Uno de ellos regresó y deslizó una bandeja de pavo por debajo de la puerta. "Queremos que tengan su propia cena de Navidad después de todo", dijeron. "No queremos quitarles eso".

John Carter y Doug ya estaban comiendo cuando escuchamos ladrar a nuestros perros, en silencio hasta ese momento, cuando los ladrones huyeron.

Nos tomó un tiempo. Pero Chuck Hussey y yo logramos tirar la puerta abajo, y nuestro lamentable grupo logró emerger del sótano. Llamamos a la policía.

(continuará...)

1 comentario:

Julia dijo...

Una de cow boys en Jamaica? Vos sí que estás loco! Quedo a la espera de la próxima entrega. Besos!