11.9.11

Lo comentábamos con una fanática que también se vino desde Capital para ver todos los partidos de la Selección, la gran despedida de esta Generación Dorada: el partido infartante fue el de ayer, contra Puerto Rico. Ahí se nos secó el corazón, las ganas de llorar. Hoy puteamos y festejamos, es cierto, pero fue diferente. Más de disfrutar. Ganarle a Brasil (como en el Mundial 2002, el Preolímpico del 2003, el Preolímpico del 2007, el Mundial 2010; ya es una costumbre) fue un broche de oro. 85-70. Y fue justo. Porque ese primer cuarto, en donde los dejamos con míseros nueve puntos, fue lo mejor que hizo este equipo en todo el torneo. Con la defensa funcionando a pleno y Scola despuntando lo que sería una noche perfecta, ideal. "¿Por qué siempre sobresalís cuando jugás contra Brasil?", le preguntó un periodista ídem en la conferencia de prensa. Y el Luifa podría haberle contestado: "Porque a ustedes quiero ganarles siempre, brazucas hijos de puta". Pero ya sabemos que Scola es un ser noble y nunca diría en público una cosa semejante por más que en cancha demuestre eso mismo con creces. Lo sufrimos el partido. Pero lo dominamos de punta a punta. Sólo en un momento, a mitad del tercer cuarto, una ráfaga de Brasil nos puso contra las cuerdas, pero ahí volvió a aparecer el gran Kammerichs, el Yacaré, que con un rebote y un doble nos devolvió el ánimo y la confianza en ganar (después estuvo lo de los libres fallados del final, pero eso contribuyó más al necesario suspenso del buen campeón que a un peligro real por parte de Brasil). Fue hermoso ver a los jugadores saltando y cantando al final. Jugar como chicos, hacer patito contra el piso y dar la vuelta olímpica coreando las canciones de la hinchada. A la salida, mientras la gente les festejaba frente al micro, el Chapu y el Yacaré abrieron las escotillas del ómnibus y se pusieron a rociarnos de champán desde el techo. Era una fiesta en la noche gélida de Mar del Plata. Una ciudad que se vio revolucionada durante las dos semanas que duró el certamen y que en todo momento sintió el equipo como propio. Como un hijo que viene de visita y al que hay que agasajar. "Pensé que iba a ser un torneo más y terminó siendo especial", dijo Scola. Y así fue. Estos tipos te emocionan siempre. Y ahora estoy viendo cómo hago para mandarme para Londres. Total, soñar con este equipo no cuesta nada. O mejor: cuesta todo. Pero te lo recompensan. Siempre. Y cada vez más. Soy feliz con esta Selección. Soy mejor persona. Y el mérito es de ellos. Hasta la próxima.

3 comentarios:

Bell dijo...

Habrá que sumarse a la causa de Terranova para que vayas a Londres, te bancamos, eh! :)

Flake dijo...

Juanma, impresionante cobertura, vi muy pocos partidos del preolimpico, pero no me perdí una sola crónica.
Saludos, amigo!

lowfirocker dijo...

Flake querido
un super gustazo que me anduvieras leyendo
la emoción llegó lejos!

yo cada tanto me meto en tu blog y me entero de tu camino del samurai, por llamarlo de algún modo

abrazo grande
jm.